LA IDENTIDAD DIGITAL
Definición y construcción
Como afirma el equipo de red.es, “desde la aparición de los blogs […], Internet ha evolucionado en apenas un lustro hasta traernos poderosas herramientas para no sólo usar la Red, sino estar –y por tanto, ser– en ella”. En realidad, no nos limitamos a utilizar la red como herramienta: muchos acontecimientos de nuestra vida suceden en y a través de la red; dicho de otra manera, en el ciberespacio. Cuando hablamos del ciberespacio, nos referimos al mundo virtual creado en Internet. La Wikipedia explica que “el término se refiere a menudo a los objetos e identidades que existen dentro de la misma red informática, así que se podría decir, metafóricamente, que una página web [incluso una persona] ‘se encuentra en el ciberespacio’". Por consiguiente, existimos en él. Somos en él. Tenemos una identidad en la red: la identidad digital.
De Haro define la identidad digital como “la imagen que proyectamos de nosotros mismos a través de los soportes digitales y cómo nos ven los demás”. Teniendo en cuenta la realidad social de la sociedad del conocimiento, la identidad digital cobra una gran importancia, debido a la presencia que tenemos en la red.
Es interesante tomar en cuenta la matización que hace Omatos, ya que nos explica que “debemos de tener claro que sólo existe una identidad: somos los mismos en la vida real y en la red, la diferencia está en el medio”. Así, debemos entender que la identidad digital es un reflejo tanto de nuestra identidad social como de nuestra identidad personal en el ciberespacio.
Pero ¿cómo se construye la identidad digital? Freire nos lo explica “como parte del proceso de aprendizaje en la cultura digital”. Podemos concluir que la identidad digital es la extrapolación de nuestra identidad [tanto social como personal] al ciberespacio, y que se construye junto con el aprendizaje; es decir, nuestra identidad digital se desarrolla a medida que adquirimos competencias digitales. Asimismo, según el mismo autor, “no hay normas para construir y controlar la identidad digital; es un proceso de aprendizaje individual. Todavía se tienen que definir las reglas del juego”. En realidad, el concepto de identidad digital es relativamente nuevo; no podemos tener la certeza de una buena construcción de la identidad digital. Sin embargo, y tomando en cuenta la construcción de la identidad social y personal, deberemos intentar extrapolar adecuadamente.
En este proceso de construcción y extrapolación, debemos tomar en cuenta las palabras de Garaizar: “la identidad digital es pública y distribuida”. Al igual que en la vida real, lo más probable es que, en el ciberespacio, estemos presentes en más de una red social: Facebook, Twitter, LinkedIn, Tuenti… Cada una cumple una función y esto hace que nuestra identidad digital sea distribuida. Podemos considerar Facebook y Tuenti como redes sociales centradas en los contactos cercanos [amigos y amigas]; LinkedIn es una red social centrada en los contactos profesionales [antiguos compañeros y compañeras de trabajo, además de nuevos contactos profesionales]; y Twitter es un servicio de microblogging que su centro depende de las personas a las que sigamos [puede limitarse a los amigos y amigas, o puede ser una red para hacer contactos nuevos]. El hecho de estar presentes en redes sociales de distinta índole hace que nuestra identidad digital se nutra de diferentes contextos y que se forje a partir de ellos, ya que su no pertenencia a alguno de ellos la cambiaría [como en el caso de la identidad social]. Como bien explica Turkle, “nuestra identidad en el ordenador es la suma de nuestra presencia distribuida” (1997: 20). Tener conciencia de la distribución de la identidad digital y de que, como afirma Turkle, “el yo es múltiple, fluido y constituido en interacción con conexiones” (1997: 23) puede ser una buena base para el proceso de su construcción.
De igual manera, es necesario tomar en cuenta las implicaciones de la identidad digital.
Implicaciones
La construcción de la identidad digital está contextualizada en una sociedad marcada por grandes cambios. Según Turkle, “este contexto es la historia de la erosión de las fronteras entre lo real y lo virtual, lo animado y lo inanimado, el yo unitario y el yo múltiple, que ocurre tanto en campos científicos avanzados como en los modelos de vida cotidiana” (1997: 16). Lo cierto es que, a pesar de que sea la extrapolación de nuestra identidad personal y social en la red, la identidad digital tiene implicaciones. El mundo digital y el mundo analógico no tienen las mismas características, y es necesario ser consciente de la repercusión que tienen las características a la hora de construir nuestra identidad digital. De Haro identifica cuatro características del mundo digital que tienen implicaciones que deben tomarse en cuenta en el proceso de construcción de la identidad digital:
Facilidad para publicar información: En una red social es posible publicar en diez minutos información sobre nuestra vida privada, junto con fotos de todo tipo, y quedar expuesto ante los ojos de los demás. En el mundo analógico hacer algo así es prácticamente imposible.
Difusión: Aquello que se expone de forma pública en Internet automáticamente queda a disposición de cualquier internauta (ejemplos: 1 y 2), potencialmente millones de personas. Lo que realizamos en nuestra vida analógica sólo es visible en nuestro círculo más inmediato y los mecanismos de difusión son lentos y restringidos, el alcance geográfico y temporal suele ser muy limitado. Sin embargo en Internet este tipo de barreras no existen y a los pocos segundos cualquier información puede ser vista por un gran número de personas que se encuentran en el otro extremo del Planeta. Aún cuando decidamos que sólo nuestro círculo más íntimo de amistades podrá ver aquello que publiquemos, la realidad es que los mecanismos por los que esta información se escapa y circula pueden ser totalmente insospechados. No hay más que pensar en la teoría sobre los seis grados de separación para comprender la realidad de la difusión de la información.
Apropiación de la información. Cualquier objeto que pongamos en la red [texto, imagen, vídeo, etc.] puede ser copiado por otros con una facilidad inexistente fuera de Internet. Esta apropiación de lo ajeno puede ser deseado y permitido [por ejemplo, mediante el uso de una licencia Creative Commons (…)] o no. La realidad de esta apropiación debe llevar a reflexión cada vez que se publique algo en la red.
Permanencia. Aquello que realizamos en el mundo analógico suele ser olvidado y queda sustituido por otras acciones a medida que pasa el tiempo […]. La información circula por Internet de forma continua y no hay una distinción clara temporal. Así, en una búsqueda cualquiera, pueden convivir resultados de hace una semana con los de hace diez años. Además, a esto se añade que aunque las fuentes originales hayan desaparecido es relativamente fácil que esa información haya quedado fijada en cualquier otra página o sistema de información.
No debemos olvidar que la construcción de la identidad digital se hace junto con el proceso de aprendizaje de las competencias digitales, y que, entre ellas, está el ser consciente de las características propias del mundo digital. Estas características del mundo digital dejan expuestos los beneficios y los peligros que conlleva estar [y, por lo tanto, ser] en la red.
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